LOSFENOMENOSDELHIPISMO
  My Own Business galopa en el corazón de los venezolanos. PARTE II
 
MÁQUINA CORREDORA. A My Own Business no le gusta posar frente a la cámara. La sesión de fotografías, en las caballerizas del Hipódromo La Rinconada, transcurre con dificultad: el purasangre se incomoda y reacciona contrariado a cada click. Incluso, sus dueños -parece- le tienen miedo o, al menos, mucho respeto. "¿Por qué los caballos siempre tienen nombres en inglés?", pregunta el fotógrafo. "Dicen que es cuestión de suerte", asegura Albarrán. "Podría ser la influencia norteamericana, pero nunca he encontrado una explicación lógica. Durante más de 30 años, se ha convertido en una costumbre".
 
Antonio Bellardi es el artífice de la buena salud del purasangre que nació el 27 de noviembre de 1997. My Own Business es producto de la unión del macho Voyageur y de la yegua Word Medley. Tiene casi cinco años. Es un corredor de clásicos. Por su edad -no es un tren, no es un avión, no es Superman-, está limitado a participar en carreras de largo aliento. "No queremos traumatizarlo, ni abusar de sus condiciones. Se merece toda nuestra consideración", cuenta su preparador. "Todavía le queda por ganar más de 100 millones de bolívares".
 
Cuando "trabaja", My Own Business es todo un profesional. "Es muy fácil entrenarlo. No es mañoso, no es indócil. Se alimenta muy bien", explica Bellardi las condiciones de su pupilo. El caballo empieza su entrenamiento todos los días a las 5:00 am y el trabajo de pista a las 6:00 am. Pesa en la actualidad 490 kilos y participa en distancias de 2.000 a 2.400 metros.
 
Ya los aficionados saben que estuvo a un tris de obtener la triple corona en Venezuela. "A los tres años, si hubiera ganado el Clásico José Antonio Páez (mayo, 2002), habría roto todos los números de esta hípica", aclara Bellardi. Esa carrera estuvo signada por la polémica, tanta, que Ángel A. Castillo, el jinete, renunció a las pistas locales y partió a correr en hipódromos de Estados Unidos. "Que lo sepa todo el mundo, no me importa, a ese caballo lo pararon", se enfurece Sebastiani cuando recuerda cómo su purasangre perdió por un "maldita sea" -una cabeza en el argot hípico-. "Ese día me tuvieron que agarrar, porque si no, le habría dado un coscorrón al jinete", señala. La alta competitividad es emotiva e irracional.
 
Justo antes de que compitiera en Estados Unidos, un jeque árabe ofreció a sus dueños 250.000 dólares por el animal. Más tarde, un revendedor norteamericano enviaría un fax con una oferta superior, que, ante la negativa de los dueños de My Own Business, aumentaría hasta 650.000 dólares. Luego de una larga discusión -Sebastiani quería aceptar, Albarrán no-, decidieron rechazar la oferta. "La suma era insignificante para la cantidad de dólares que tienen los dos", ríe Bellardi. "Uno se aficiona a los caballos. El dinero no importa", señala Sebastiani. "Yo lo quiero mucho, demasiado. Día y noche pienso en él", señala con ojos llorosos.
 
El purasangre regresó a Venezuela en enero de 2002 y, bajo el cuidado de Antonio Bellardi, recuperó su forma. Volvió a mostrar sus condiciones en el Clásico Presidente de la República y en el Clásico José María Vargas. Recibió una calurosa bienvenida. "Hubo un clamor popular. Ese día ganó por cinco cuerpos". Luego de su derrota en el Clásico Día del Ejército (2000), no ha vuelto a perder en Venezuela. Ha ganado, en fila, sus 11 últimas carreras.
 
EN LA ULTIMA RECTA. En La Rinconada, My Own Business cumple su entrenamiento con rigurosidad y se prepara para enfrentar sus próximos retos. A su edad, debe cuidar su salud y sus condiciones físicas. "Normalmente, un caballo no dura tanto tiempo activo, corriendo. Esa es la razón por la cual ha generado tanta expectativa. Es muy sano y ha dado muchas satisfacciones. Todavía uno puede darse el lujo de pronosticarle más campañas".
 
Por ahora, My Own Business participará, durante los últimos seis meses del año, en cinco carreras más. Predecir su futuro profesional puede ser un desacierto. El Clásico Confraternidad, en Puerto Rico, será una de sus próximas metas en diciembre. Su más cercana carrera la realizará el 22 de junio, Día del Ejército. Campeón de Venezuela en 2000, 2001, 2002, el caballo deberá enfrentar un duro retador, Al Borak, según los especuladores, su contrincante más cercano.
 
¿Podría ser semental? Albarrán cuenta que existe la creencia en Venezuela que ninguno de los padrillos venezolanos puede dar la talla. "Los criadores, los preparadores, los propietarios tienen esta suposición". En la historia del hipismo, pocos caballos venezolanos se han acreditado para la faena. "Se le da mayor oportunidad para la cría a los caballos que vienen de Estados Unidos. Tendría que haber un cambio fundamental en la mentalidad de los criadores. Si algún caballo merece la oportunidad es My Own Business", explica con escepticismo. "Tiene pedigrí, salud, buenas condiciones físicas y un papel espectacular", cuenta el preparador. No en vano, en una oportunidad, Ali Khan señaló que era el mejor caballo que había visto correr en Venezuela.
La afición por el caballo galopa en el corazón de los venezolanos. "Es muy difícil comprar un potro para competir, mucho más para ganar. Somos afortunados. Me siento un rock star, pero tengo los pies en la tierra. Es un momento pasajero", cuenta Albarrán. "Voy a la calle, al supermercado, y me preguntan cómo está el caballo. Me reconocen y me tratan con mucho cariño. Ahora el hipismo tiene más publicidad. Cualquiera te pregunta", señala Bellardi. "A mí me tienen loco", agrega Rocco. "A veces, tengo que esconderme. La gente quiere saber, hace muchas preguntas. No puedo salirles con una grosería, no estaría bien. Ese caballo lo disfrutamos nosotros con todos los venezolanos". No estaría de más verlo -y comprobarlo- con ojos propios un domingo cualquiera en el hipódromo.
 
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